martes, 24 de mayo de 2011

Capitulo 5.

-Oh, Gee! ¿Cómo puedes decir eso?
Preguntó ella haciendo pucheros. Infantil...
-Ya te lo he dicho, Martha, no podemos...
-No podemos, ¿No querrás decir que no quieres?
Se puso a llorar a lágrima viva. Dio la espalda a Gerard y salió corriendo. Y sí, me volvió a empujar y me volví a dar con el marco de la puerta, pero en el otro brazo. Cogió la moto y arrancó a toda velocidad. En fin... Todo esto ha sido como una pausa en la nada porque acto seguido de que la chica se fuera, Gee sin decir nada se volvió al cuarto y a los 2 minutos estaba de risas con Kevin otra vez... Yo volví a lo mio y me puse a mirar por todos los sitios que podía en busca de algún instrumento o yo que se, cualquier cosa para matar en rato... Abrí un cajón y vi un montón de Rayguns, se me ocurrió coger alguna, no sabia ni para que, pero nunca había tenido un arma en las manos... Quité esa idea de la cabeza de inmediato. Miré por la ventana. Las vistas eran muy sosas. El porche del bar, la carretera y desierto, desierto, desierto y al fondo unas montañas... Por ahí se iba a las vegas, o eso me decían mis padres... En clase de Geografía solo dábamos clases de Battery City así que no tengo ni idea de donde esta la mayoría de sitios. Fui hacia la barra del bar y toqué los taburetes que habían. Me recordaban a mi antiguo trabajo, las horas que pasé yo limpiando una barra como esa, los tropezones que me di con taburetes como esos... Pasé dentro, me agaché y encontré una mini-nevera. La abrí pero eso me desmotivó mucho. No había comida. Nada. Tenia hambre, bueno, puede que fuera cosa del aburrimiento pero igualmente... ¿Que comeríamos? Abrí todos los cajones que encontraba. Tenia que haber algo por algún sitio pero... ¿Donde?... Estaba a punto de abrir la puerta y buscar en una caseta que había detrás del bar pero una voz detrás mía me detuvo.
-No salgas...
Me giré y vi a Kevin, se acercaba a mi, andando totalmente normal, como si no viniera de la guerra de la cual venía. Tenia los ojos castaños y el pelo rubio peinado para atrás. La verdad es que tampoco estaba mal...
-¿Porque no puedo salir? No hay nadie...
Sonrió. Mi miró y negó con la cabeza como intentando decir "que inocente eres" o algo por el estilo. Se acercó más a mi. Se puso a mi lado y se apoyó en el marco de la ventana mirando fijamente el paisaje. Se puso serio. Hablaba sin ni siquiera mirarme.
-Estas son tierras de draculoides.
-Creía que el desierto era de los Killjoys.
-Realmente no es tierra de nadie. Pero eres una novata del tres al cuarto. Parece que nunca en tu vida hayas cogido un arma...
-¿Y como puedes suponer eso?
-Pues obviamente porque no sabias nada sobre las heridas de Raygun y tienes pinta de ser la típica niña pija que se lo han dado todo en cuanto lo ha pedido. Que si venia "un señor malo" sus papis la alejaban de ese ser malvado, te veo como la típica niña que su único problema era a que chicos guapos invitar a su fiesta de "mis super dulces 16", tu única preocupación era encontrar vestido para la graduación.
¿Quien se creía que era ese niñato? Este era peor que su hermano ¡De bastante! No sabia nada de mi por eso no tenia derecho alguno a decirme esas cosas. Mi infancia fue dura. Mis padres nunca estuvieron a mi lado para nada. Preferían dejarme a mi aire a admitir que su hija era diferente y demostrárselo al mundo. Me dolieron esas palabras, no iba a mentir pero no quería que se me notara así que le contesté sin que se diera a suponer mi estado.
-En primer lugar- le interrumpí- Vale que tengas razón sobre lo de las Rayguns, pero yo de pija nunca he tenido nada, mis padres lo único que me daban eran regañinas por no ser como las demás niñas, si venia un señor malo, como tu dices, yo lo tenia que alejar y lo de los chicos guapos... ¡Jajajaja! En todos mis años de existencia.
-De desgraciada existencia para la humanidad- comentó por lo bajo. Pero seguí como si no lo hubiera oído.
-En todos mis años aun no he visto a un chico realmente guapo, ni en mi pueblo ni en este bar. Además mis fiestas de cumpleaños puede que no fueran de programa de televisión pero seguro que valían mucho más la pena que las que tu tuvieras.
Se quedó callado. Por primera vez en toda la conversión, o mejor dicho discusión, me miró. Se rió con una risa irónica. Se fue hasta la radio ignorandome por completo. La cogió y se sentó con ella en el sofá, sintonizó al Dr.Death y me miró.
-Sal si quieres... O mejor... Si te atreves.
Eso ya era demasiado. No quería estar más delante de ese estúpido. Me giré enfadada y salí por la puerta. Me fui directamente a la parte trasera del bar. Era extraño pero en la parte de atrás solo había una ventana alta muy pequeña. Seria la del baño. Así que nadie me podía ver si me ponía allí. Apoyé la espalda en la pared desgastada y fui bajando lentamente hasta encontrarme con el suelo. Cogí mis piernas con los brazos y apoyé mi cabeza en las rodillas. Todo mi pelo negro cubrió lo que quedaba visible de mi cara y cerré los ojos. Estaba cansada. Deberían ser más o menos las 7 de la tarde pero había sido un día duro. Y la gente de mi al rededor realmente no lo mejoraba. Oí un ruido y levanté la vista de golpe. La imagen que se me ofrecia me dejó congelada.

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